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POR QUÉ LOS INVERSORES CLIMÁTICOS DEBEN PRIORIZAR A LOS MÁS AFECTADOS

La 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27), celebrada en Egipto durante la primera quincena de noviembre, dejó en evidencia el bajo impacto que tienen los distintos llamados y evidencias existentes respecto a la emergencia climática.

Hasta ahora, han sido las grandes economías quienes han trazado los lineamientos y a la luz de los resultados se trata de una fórmula que debe cambiar. Así lo señala María Teresa Zappia, responsable para BlueOrchard (parte del grupo Schroders) de la asociatividad público-privada.

Para la especialista, más allá de lo que pudiera parecer una falta de conciencia respecto al tema, la transición hacia un mundo de bajas emisiones está tomando impulso. Muestra de ello, es que los compromisos para realizar una transición hacia las cero emisiones netas han aumentado sustancialmente y se sitúan en el 90% del PIB mundial.

Pero esto, no es suficiente. Con las actuales políticas y acciones, según datos de Naciones Unidas, se prevé que para cada año comprendido entre 2022 y 2026, la temperatura media anual será entre 1,1°C y 1,7°C superior a los niveles preindustriales. Sin embargo, el objetivo del Acuerdo de París de 2015 es limitar el aumento de la temperatura a largo plazo a una cifra muy por debajo.

Para María Teresa Zappia, quienes viven en mercados emergentes y frontera son quienes sentirán sus efectos más dolorosos, debido a que están mal equipados para protegerse. En muchos casos, su capacidad de anticiparse, prepararse y dar respuestas al cambio climático ya está al límite, agrega la especialista.

“Una transición justa hacia una economía con menos emisiones, que use los recursos de manera más eficiente y sea más inclusiva desde el punto de vista social, implica que estados y empresas deben hacer más para cumplir sus compromisos, y no quedarse en crear una economía verde. También deben poner en el centro a las personas y los Derechos Humanos. Deben ayudar a garantizar que los más afectados por el cambio climático estén equipados para protegerse”, puntualiza Zappia.

Invertir en estrategias de adaptación climática 

Los inversores privados son también parte de la responsabilidad transformadora. María Teresa Zappia señala que muchos de ellos lo reconocen y se preguntan cómo aunar iniciativas económicas que dejen atrás las emisiones de carbono, y a su vez generen oportunidades para los trabajadores y las comunidades locales.

“La respuesta tiene -al menos- tres pilares. Los inversores deben comprometerse a adoptar estrategias de adaptación climática, o a lo que el Pacto de Glasgow para el Clima define como ‘ayudar a quienes ya afecta el cambio climático’, y no solo a reducir emisiones. También deben trabajar para mejorar los productos financieros y seguros diseñados para personas en riesgo, y medir su impacto a través de las observaciones de la comunidad”, subraya la responsable de asociatividad público-privada en BlueOrchard.

Las cero emisiones netas para mediados de siglo solo será posible alcanzar con billones de dólares de financiación privada, un dinero que no acaba de llegar, asegura la ejecutiva. Si bien los países desarrollados han comprometido movilizar cuantiosas  ayudas, para desplegar eficazmente tales fondos los inversores necesitan más ejemplos prácticos de inversiones que impulsen una transición justa y la justicia climática de una forma más amplia.

María Teresa Zappia señala que se estima que los costos anuales de la adaptación climática podrían alcanzar los 300 mil millones de dólares para los mercados emergentes en 2030 y, a primera vista, la asignación de la COP26 (desarrollada en Glasgow en 2021), parece una inversión muy sencilla y factible. Sin embargo, los últimos datos disponibles apuntan a que el apoyo financiero a la adaptación sigue siendo muy inferior al que se brinda a la mitigación en todos los países.

La ejecutiva de BlueOrchard indica que las estrategias de adaptación climática innovadoras pueden materializarse de muy distintas formas, como en el desarrollo de cultivos más resistentes y nuevos sistemas de regadío.

Seguros climáticos para proteger a comunidades con rentas bajas  

“Una estrategia muy eficaz en la que nos hemos centrado es la creación de un nuevo mercado de seguros climáticos. La inversión de impacto especializada en los mercados emergentes ofrece acceso a seguros climáticos personalizados para microempresas y pymes, así como para familias con rentas bajas, que cubren fenómenos climatológicos extremos”, apunta Zappia.

BlueOrchard, señala su representante, lleva ocho años centrada en proteger a las comunidades con rentas bajas a través de los seguros climáticos.

Además de las diversas experiencias en las que ha intervenido la gestora de inversiones de impacto, los resultados de sus estudios dan cuenta de que las comunidades se han beneficiado de los seguros climáticos. Diversos estudios de la entidad dan cuenta de que casi dos terceras partes de los encuestados han sufrido un shock climático.

De los asegurados, el 45% pudieron recurrir a ahorros después del evento climático. En tanto, solo el 18% de quienes no tenían seguro pudieron hacerlo. Del mismo modo, los encuestados con seguro tenían un 10% más de probabilidades de recuperarse del shock sin vender ningún activo, señala la ejecutiva de BlueOrchard.

Es decir, agrega, quienes comunicaron un siniestro tuvieron el doble de probabilidades de recuperarse de los shocks que quienes no lo hacían. “El 50% de los asegurados se recuperaban, frente al 19% de los que no. Además, los beneficiarios invertían gran parte de las indemnizaciones del seguro en sus explotaciones”, subraya María Teresa Zappia.

Fuente: Schroders, 28 de noviembre de 2022.

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