El acceso al agua es una consecuencia del cambio climático y, aunque muchos no lo veamos en nuestro día a día, para la mayoría, es una batalla diaria. Todas las personas necesitamos del agua y también los mercados, especialmente los de materias primas, los proveedores, operaciones directas y uso de productos.
Según Mckinsey, consultora estratégica global, “dos tercios de las empresas tienen un riesgo sustancial relacionado con el agua en las operaciones directas o en su cadena de valor. Por lo general, esos riesgos se experimentan en cuatro formas: física, regulatoria, reputacional y de partes interesadas”.
Sabemos que el cambio climático es una realidad, que existe antes de la llegada del Covid-19, y que, sin duda, este ha provocado una toma de conciencia globalizada. La CDP, una organización benéfica sin fines de lucro que trabaja contra el impacto ambiental y en la administración del sistema de divulgación global, con el fin de que tanto inversores, empresas, ciudades, estados y regiones gestionen sus propios impactos ambientales, estimó que hoy, el valor comercial de US $ 301 mil millones, está en riesgo “a menos que las empresas mejoren e innoven en torno al uso del agua”, mientras que el costo de respuesta se estima en 55 mil millones de dólares.
El papel que desempeña la industria aseguradora en el acceso a este recurso fundamental está en el compromiso que cada compañía tenga respecto a las prioridades “ambientales, sociales y de gobernanza” (ESG), para dar frente a una esfera corporativa más resiliente, responsable y sostenible en el tiempo. Mejorar las prácticas de gestión, decisiones de inversión para consolidar un protagonismo en favor de una reconstrucción postcovid más social y ambiental responsable.
En Conosur estamos conscientes y trabajamos día a día por nuestro compromiso social, ambiental y de gobernanza. Sabemos que la disponibilidad del agua es cada vez menor en nuestro planeta, el cambio climático lo palpamos día tras día y mitigar sus efectos es una prioridad.
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