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HACIA SEGUROS MÁS FLEXIBLES

El impacto de la pandemia ha sido profundo y ha permeado a cada actividad productiva. Los últimos dos años hemos visto grandes transformaciones que han cambiado de manera directa la forma y el entorno laboral. Los planes de digitalización son muestra clara de ello, así como la nueva mirada y forma de abordar las políticas de teletrabajo.

Además de ese modelo de trabajo telemático, el coronavirus también ha cambiado la forma en que las personas se relacionan, se mueven, e incluso la forma en que las personas compran.

Son tiempos en los que “el cliente siempre tiene la razón” ha quedado en entredicho, porque hoy lo importante es entender, saber qué quieren, qué necesitan los clientes y qué les preocupa, y ahí es donde reside el reto de las compañías en la post pandemia: ser capaces de adaptar su oferta de valor en productos y servicios a un nuevo perfil de consumidor, más centrado en lo digital, en lo flexible y en la confianza.

 

Insurtech y seguros

Tal como lo señala en su columna Joao Cardoso, CEO y fundador de Lovys, el empujón hacia la transformación digital se ha traducido en beneficios para el cliente, que consigue lo que quiere en menos tiempo, con costos menores y de forma más sencilla. Se trata de un escenario al que también las pequeñas tiendas de barrio o las farmacias han conseguido ir adaptándose, donde con simples y directos mensajes de WhatsApp, el pedido puede estar en el destino indicado en algunas horas.

Según la auditora KPMG, el comercio electrónico en España creció exponencialmente en los primeros meses de la pandemia, consiguiendo en 2020 un volumen de ventas que solo se esperaba que se alcanzase dentro de cinco años más. Este  ritmo de crecimiento se mantuvo durante el año pasado, tratándose de una transformación que se produce en todos los rangos de edad, incluso en aquellas generaciones no nativas digitales.

Uno de los conceptos inherentes a esta transformación desde un principio, es la flexibilidad, donde el cliente busca el mejor comportamiento y rendimiento de sus recursos. Los especialistas coinciden en señalar que el principal factor de este cambio es la tecnología que le ha otorgado al consumidor final una capacidad de decisión que antes no tenía.

Se trata de una revolución que ha impactado en casi todos los bienes de consumo, y en casi todos los sectores. Esto también se aplica al asegurador, que tradicionalmente ha tenido un producto calificado como estático, aburrido y lineal. Ahora la digitalización ha abierto una puerta a su modernización, no solo por el surgimiento de nuevos productos, sino también por la forma en la que se contratan, se configuran o, incluso, en la que se pagan, de forma flexible. Lo que los clientes quieren son seguros  transparentes, de fácil  comprensión y manejo. Esto no sería posible sin las insurtech,  mecanismos de aseguramiento que están liderando la transformación digital en la industria, capaces de diseñar productos 100% personalizados y adaptados a las necesidades de esta nueva realidad.

Tal como lo señala Cardoso, las compañías del sector que quieran adaptarse realmente a los cambios en el consumo, van a tener que seguir una estrategia basada en anticiparse a las trayectorias vitales de sus clientes y a los posibles cambios en sus vidas. Los seguros tendrían que poder ser un fiel reflejo de aquellas personas que los contratan, con precios asequibles y letra pequeña inexistente.

Más allá de las medidas que en particular adopte cada empresa, ha quedado en evidencia que aquellas que no hayan entendido la necesidad de pensar globalmente y actuar localmente, van a enfrentar complicados escenarios durante los próximos años. Las necesidades de los consumidores han determinado los ritmos de producción y, sobre todo, qué se produce, y este no será un desafío diferente.

 

Fuente: elEconomista.es

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