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RECESIÓN: ¿EL COLETAZO SE SENTIRÁ EN LATINOAMÉRICA?

Pese a la incertidumbre actual, las cifras muestran que la recuperación vista en 2021 y proyectada para este año en América Latina, podría ayudar a mitigar el impacto que se prevé para 2023. Esto siempre y cuando se tomen medidas que cuiden los bolsillos de los ciudadanos, contengan la deuda e impulsen la inversión.

Se trata de una apreciación en la que coinciden parte importante de los representantes de organismos económicos, tanto a nivel regional como global.

Así como la recuperación postpandémica no pareciera ser un problema, nuevas incertidumbres amenazan con una recesión. Dificultades en las cadenas de suministro, escasez de productos, alza de precios generalizada y una guerra entre Rusia y Ucrania, están presionando fuertemente y se han traducido en la subida de tasas por parte de los principales bancos centrales del mundo para enfriar la economía.

La pregunta que tiene a los mercados con mayor sensibilidad y volatilidad, es qué tanto le va a pegar este nuevo escenario a Latinoamérica.

Para Mario Cimoli, secretario ejecutivo interino de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), si las rivalidades prevalecen por sobre la necesidad de la cooperación para mantener la economía global abierta y hacer frente a problemas como el cambio climático, “entonces hay mayores riesgos para el crecimiento futuro”.

En tanto, según Ilan Goldfajn, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, antes del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania la recuperación de la región de esta pandemia ya estaba perdiendo ímpetu. No obstante, agrega que “el cambiante panorama mundial también presenta nuevas oportunidades para la región, entre ellas la de posicionarse como solución a los retos mundiales, como fuente fiable de alimentos y energía verde”.

La sostenibilidad de cualquier crecimiento futuro dependerá en gran medida de las políticas que implementen los países para adaptarse a la nueva realidad. Ese nuevo escenario debería incluir la atención a aquellos que son más vulnerables a momentos de recesión, tal como lo apunta Goldfajn, quien señala que hay que prestar atención al efecto que tiene la inflación en los más vulnerables.

En el caso de Latinoamérica, para el representante del FMI, la región debe abordar las cuestiones fiscales de forma inclusiva, protegiendo a los más vulnerables y respondiendo a las demandas de igualdad y equidad en varias dimensiones. La sostenibilidad económica y social deben abordarse de manera simultánea.

Estanflación: difuso riesgo

Uno de los conceptos que se ha vuelto más o menos recurrente en los medios de comunicación durante los últimos meses, ha sido el de estanflación. Determinada por una inflación que no cede, incremento del desempleo y una economía estancada, las subidas de tasas a nivel global podrían traerla como efecto no deseado.

Para  Mathias Cormann, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), aunque se ven algunas similitudes con la experiencia que tuvo el mundo en 1970, todavía no se puede utilizar ese término, pues a su juicio no define lo que se está viendo en la economía global.

“Esencialmente, muchos países han tenido un crecimiento fuerte en el último año, y a pesar de que tenemos niveles elevados de inflación, que esperamos se mantengan por un periodo largo de tiempo, también esperamos que reduzca su impacto y empiece a ceder hacia finales de 2023. Esto a medida que bajen los precios de los commodities y en lo que las políticas monetarias surten efecto”, dice Cormann.

Con respecto a las subidas de tasas de interés del Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos, el directivo de la OCDE apunta que estas entidades van en línea con lo que habían manifestado previamente: la voluntad de tomar decisiones para controlar la inflación.

Hoja de ruta

Las políticas que adopten los países para enfrentar la incertidumbre y embates económicos, pueden ayudar a que el resultado final no sea tan desalentador. De acuerdo a lo planteado por el propio Cormann, lo que se necesita asegurar es la necesidad de optimizar las estrategias, lo que debiera permitir que no sea tan complicado cumplir con los objetivos de mediano y largo plazo.

Para William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina, lo anterior supone como elemento crucial que los países trabajen, mientras tanto, en una agenda que incluya el aumento del nivel educativo, la mejora de la infraestructura, el aumento de la competitividad de las empresas, la integración más profunda en el sistema económico mundial, el desarrollo de ecosistemas de innovación y emprendimiento más articulados, y el aumento de eficiencia del gobierno.

Crecimiento a la baja 

Las estimaciones de los diversos organismos económicos a nivel global, muestran una baja en las previsiones de crecimiento para los próximos dos años. En el caso del FMI, que tiene la cifra más alta entre las principales organizaciones junto al Banco Mundial y la OCDE, apunta a que el crecimiento mundial se desacelerará a 3,2% en 2022 y 2,9% en 2023, de acuerdo al último informe de proyecciones publicado en julio.

En cuanto a la OCDE, su último reporte destaca que la economía mundial se desacelerará hasta situarse en torno al 3% este año y en el 2,8% en 2023. Mientras, el Banco Mundial destacó que los efectos secundarios de la invasión de Rusia a Ucrania están aumentando el ritmo de la desaceleración del crecimiento global, que ahora se prevé que se reduzca al 2,9% en 2022 y a 3% para 2023.

En cuanto a América Latina, para el ya mencionado William Maloney, las últimas previsiones de la institución para 2022 y 2023, publicadas en junio, rebajaron sus estimaciones de crecimiento al 2,5% y al 1,9%, respectivamente. Lo anterior como consecuencia de la guerra en Ucrania y de la restricción de la liquidez mundial.

Frente a dichos números, el FMI proyecta cifras más altas, con 3% para 2022 y 2% para 2023, en tanto que la CEPAL tiene perspectivas mucho menores que apuntan a un crecimiento de apenas 1,8% para 2022, debido a factores como una mayor inflación y una lenta recuperación del empleo.

 

Fuente: Forbes Chile, 22 de agosto de 2022.

 

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